Informe de envejecimiento de la Cepal

La tendencia hacia el envejecimiento rápido de la población latinoamericana y del Caribe es un hecho reconocido. En las próximas décadas aumentará notablemente no sólo el número de personas mayores, sino también su peso en la población. Lo que complica esta tendencia no es solo su carácter ineludible, sino su contexto, en el que se aprecia que la mayoría de nuestros países carece de instituciones preparadas para cubrir las necesidades crecientes que se generarán con el incremento de personas mayores en la población. En general, el sistema de protección social en los países de América Latina, especialmente en lo que respecta a las necesidades económicas y de salud, no cubre a toda la población o es insuficiente para mantener una calidad de vida acorde con las exigencias de las edades avanzadas. Ello hace que una parte significativa de la población mayor deba seguir trabajando u obtener recursos de sus familias o de otras redes sociales. Existe consenso en que el Estado debe asumir un rol más activo en los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de las personas mayores, pero también en crear condiciones para que los actuales adultos jóvenes puedan llegar a la madurez con independencia económica y buenas condiciones de salud que les permitan vivir la vejez en forma adecuada y activa, disminuyendo así los costos personales, sociales y económicos de las incapacidades tempranas. Sin embargo, e incluso en el mejor de los escenarios, es impensable que estas metas puedan cumplirse si no se cuenta con una estructura social que permita, facilite y potencie las redes informales de apoyo y de intercambio existentes en toda sociedad y que se concrete en forma de apoyos familiares y comunitarios. El estudio de las redes de apoyo es importante porque constituyen la base de las ayudas que las personas requieren, son las instancias donde toman sentido los roles sociales, y son el soporte de los estímulos sociales que promueven el sentido de pertenencia y generan la integración social. La presencia de redes de apoyo para personas de edad avanzada favorece la integración social de éstas y evita el aislamiento. Las investigaciones llevadas a cabo en diversas partes del mundo subrayan los efectos positivos de la integración social, expresada a través de los apoyos sociales y del desempeño de roles significativos en la sociedad, en la calidad de vida de las personas y en especial de las personas mayores.

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